¿QUE HUBIERAS HECHO TU?
Enero 27, 2025
Es una oportunidad única. Estás frente al hombre más poderoso del mundo. Acaba de convertirse, una vez más, en el presidente de Estados Unidos y es su primer día completo en el puesto tras su regreso a la Casa Blanca. Es una vieja tradición ir a la iglesia durante la mañana del primer día de la presidencia. Tú tienes un micrófono y él no. Hay reporteros de todos lados. Las cámaras te apuntan. Hay cientos de personas sentadas esperando tu sermón en la Catedral Nacional de Washington. El evento se transmite a nivel internacional. Millones de personas lo van a escuchar. Tomas el púlpito, rodeado de flores rojas y blancas, y se crea un incómodo silencio. Casi nadie sabe quién eres. Pero pronto lo van a saber.
¿Qué hubieras hecho tú?
Las opciones eran muy claras. Podías dar un discurso muy genérico, con tonos religiosos, hablando de unidad y reconciliación. Es más, todo el mundo hubiera esperado algo así. Y al final nadie se hubiera acordado del discurso ni de tu nombre. La alternativa era volverse un rebelde y decirle al nuevo presidente, en su cara, exactamente lo que piensas. Sin gritos. Sin groserías. Pero también sin la menor duda de lo que quieres comunicar.
Y eso fue exactamente lo que hizo la obispa Mariann Edgar Budde (sí, obispa con a, como recomienda la Fundación del Español Urgente).[1] Ella es la líder religiosa de la Diócesis Episcopal de Washington y está a cargo de casi un centenar de iglesias y escuelas.[2] Pero, más que nada, es la única persona que en estos días de fiestas, perdones, amenazas y venganzas, se ha atrevido a enfrentar públicamente a Donald Trump.
“Le pido que tenga compasión por la gente en este país que tiene miedo”, le dijo la obispa Budde a Trump, quien se movía incómodamente en su asiento y evitando el contacto visual. “Hay gais, lesbianas y niños transgénero en familias Demócratas, Republicanas e independientes que temen por sus vidas”.[3] Esto parecía ser una confrontación directa al presidente que, durante su toma de posesión unas horas antes, había declarado que la política oficial de su gobierno sería reconocer “únicamente dos géneros: hombre y mujer”.[4]
Pero la obispa Budde no se quedó solo ahí.
“La gran mayoría de los inmigrantes no son criminales”, le dijo la obispa al presidente, sin alzar la voz pero contradiciendo la que ha sido la narrativa trumpista desde el 2015. “Le pido que tenga compasión, señor presidente, por esas comunidades cuyos niños temen que sus padres vayan a ser deportados, y que le ayude a aquellos que están huyendo de zonas de guerra y que sufren persecución en sus países, y que buscan ser bienvenidos aquí”.[5]
Al salir de la iglesia, claramente enojado, Trump dijo que no le había gustado el servicio religiosos y, un poco más tarde, en su red Truth Social, dijo que el tono del discurso de la obispa había sido “repugnante” y le exigió una disculpa.[6]
Pero lejos de disculparse, la obispa Budde parecía sorprendida de que nadie hubiera confrontado directamente al presidente. “Pero ¿es que nadie va a decir nada?” se preguntó en voz alta la obispa ante una reportera de The New York Times[7]. “¿Nadie va a decir nada sobre el rumbo que está tomando el país?”
Muy pocos son los que se atreven a contradecir en público en este momento a Trump. Y hay mucho que confrontar: sus planes de deportaciones masivas son crueles, injustos e improductivos y pueden culminar en la separación de miles de familias; sus políticas atentan contra la diversidad que ha hecho único a este país; su intervencionismo en México, Panamá, Canadá y Groenlandia viola todas las reglas internacionales; su perdón a los insurrectos del 6 de enero del 2021 en el Capitolio abre la puerta a más violencia política; su indiferencia ante el calentamiento global pone en mayor riesgo al planeta; su orden de sacar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud nos deja más vulnerables ante otra posible pandemia; su negativa a reconocer su derrota electoral en el 2020 es una gigantesca y peligrosa campaña de desinformación, y un terrible ejemplo para regímenes autoritarios; quitarle la ciudadanía a niños nacidos en Estados Unidos atenta contra la constitución y contra una tradición de más de dos siglos; y su acumulación de poder -controlando el ejecutivo, el congreso y la mayoría en la Corte Suprema- amenaza a la vieja democracia estadounidense.
La lección de la obispa Budde es contundente. Para religiosos, periodistas, políticos, activistas de los derechos humanos y defensores de la diversidad cultural, para protectores del medio ambiente y la democracia, y para tantos más, quedarse callados ante muchas de las propuestas de Trump es traicionarse y traicionar a los que te acompañan. El solo ganó la elección. Nada más. La verdad no es de él. La palabra es nuestra mejor arma.
¿Qué hubieras hecho tú? (La respuesta te define)
ENGLISH VERSION
WHAT WOULD YOU HAVE DONE?
January 27, 2025
It is a unique opportunity. You're in front of the most powerful man in the world. He has just become, again, president of the United State and it's his first full day on the job after his return to the White House. It's an old tradition to go to church the first morning of the presidency. You have a microphone, and he does not. There are reporters all over. The cameras are pointed at you.
Hundreds of people are sitting and waiting for your sermon at the National Cathedral in Washington. The service is being broadcast around the world. Millions of people will listen to it. You go up to the pulpit, surrounded by red and white flowers, and there's an uncomfortable silence. Almost no one knows who you are. But they will soon know you.
What would you have done?
The options are very clear. You could deliver a generic speech, with religious tones, talking about unity and reconciliation. What's more, the whole world would have expected something like that. And in the end, no one would have remembered the speech or your name. Or you could turn into a rebel and tell the new president, to his face, exactly what you think. Without shouting. Without being rude. But leaving no doubt about what you want to communicate.
And that's exactly what Bishop Mariann Edgar Budde did. She is the religious leader of the Episcopal Diocese of Washington, in charge of nearly 100 congregations and schools.
But more than anything, she is the only person in these days of parties, pardons, threats and vengeance who has dared to confront Donald Trump frontally. "I ask you to have mercy on the people in our country who are scared now," she asked Trump, who moved uncomfortably in his seat and avoided making eye contact. "There are gay, lesbian and transgender children in Democratic, Republican and Independent families who fear for their lives." That seemed aimed directly at Trump, who during his inaugural speech just hours before had declared that the official policy of his administration would be to recognize "only two genders, man and woman."
But Bishop Budde did not stop there. "The vast majority of immigrants are not criminals," the bishop told the president, without raising her voice but contradicting the Trump narrative since 2015. "I ask you to have mercy, Mr. President, on those in our communities whose children fear that they will be taken away. And that you help those who are fleeing war zones and persecution in their own lands to find compassion and welcome here."
As a clearly upset Trump left the church, he said he did not like the religious service and shortly afterward wrote on his Truth Social network that the tone of the bishop's speech had been "repugnant" and demanded an apology.
But, far from apologizing, Bishop Budde seemed surprised that no one had directly confronted the president. "Was anyone going to say anything?" she told the New York Times. "Was anyone going to say anything about the turn the country's taking?"
Very few people dare to contradict the president in public these days. And there's a lot to contradict. His plans for mass deportations are cruel, unjust and unproductive, and can end up separating thousands of families. His policies undermine the diversity that has made this country unique. His interventionist comments on Mexico, Panama, Canada and Greenland break all international rules. His pardons of the Jan. 6 insurrectionists at the Capitol open the doors to more political violence. His indifference to global warming puts the planet at risk. His order to withdraw the United States from the World Health Organizations leaves us more vulnerable to another pandemic. His refusal to admit he lost the 2020 elections is a giant and dangerous disinformation campaign and a terrible example for authoritarian regimes. Taking away the citizenship of children born in the United States violates the constitution and more than 200 years of tradition. And his accumulation of power -- he controls the executive branch and Congress and a majority in the Supreme Court -- threatens US democracy.
The lesson provided by Bishop Budden is hard hitting. For religious people, journalists, politicians, human rights activists and advocates of cultural diversity, for defenders of the environment, and for so many others, to remain silent in the face of many of Trump's proposals is to betray themselves and betray those around them.
He only won an election. Nothing more. He does not own the truth. The word is our best weapon.
What would you have done? Your answer defines you.
Valiente mujer . Como tú. Se te echa de menos.
Le estoy agradecido, utilizó el púlpito perfecto y demostró gran valor y misericordia!
Fue equivalente a lo que hiciste tú cuando Trump mandó sacarte de su rueda de prensa hace algunos años. O cuando incomodaste a AMLO…
Cuestionar y pedirle cuentas al poder es de inmenso valor cívico.
Tú lo haz hecho múltiples veces. Gracias y por favor, síguelo haciendo!!!