MAR DE MENTIRAS
For the English version, please scroll down (FACING A SEA OF LIES, WE HAVE JOURNALISM)
MAR DE MENTIRAS
(Enero 10, 2025)
El video tiene casi tres millones de vistas en Facebook.[i] Otro video, similar, en TikTok tiene más de dos mil comentarios.[ii] En ambos aparecen mi imagen y mi voz promoviendo una supuesta cura mágica contra la diabetes. Ambos videos son falsos. Fueron hechos, seguramente, con inteligencia artificial (IA) y sin mi autorización.
No es la primera vez. Ya en el 2023 había denunciado otra página en la internet que utilizaba mi nombre para vender gomitas (o gummies en inglés) con una sustancia que se encuentra en las plantas de mariguana.[iii] También usaron mi imagen en un anuncio falso[iv] de un producto para incrementar “la intimidad sexual”.
La diferencia entre esos primeros anuncios de hace más de un año y los que acabo de ver es la sofisticación de las nuevas tecnologías de IA. Han logrado replicar mi imagen, mis expresiones y mi voz casi a la perfección. El sonido que sale de mi boca coincide con el movimiento de mis labios. Y, sin embargo, todo es falso.
Hay muchísimos casos como el mío y es prácticamente imposible demandar a los responsables. Más allá de las ligas donde piden dinero y datos personales, están escondidos detrás de sus computadores y en varias partes del mundo. Solo están esperando que alguien caiga en la trampa para robarles su identidad y su dinero. Basta con un clic en la página equivocada.
Vivimos en un mar de mentiras. Y el agua se va a poner aún más espesa.
Las grandes compañías en las redes sociales prácticamente han renunciado a la tarea de determinar qué es verdadero y qué es falso. Meta -la corporación que maneja Facebook, Instagram y WhatsApp- anunció esta semana que iba a terminar con su política de verificación de datos. Ahora va a depender más de los propios usuarios para corregir información equivocada, imprecisa, incompleta o abiertamente prejuiciada. Traducción: que cada quien diga lo que quiera decir sin importar si es cierto o no. El árbitro se va a casa.
Esta es la definición de una jungla digital.
“Este el momento de regresar a nuestros orígenes alrededor de la libre expresión”, explicó en un video Mark Zuckerberg, el fundador y líder de Meta.[v] Y luego dio las razones de este radical cambio de política.[vi] El sistema de verificación de datos “llegó a un punto en que cometía muchos errores y censuraba mucho…Esto significa que vamos a cachar menos cosas malas pero también vamos a reducir el número de mensajes y cuentas de personas inocentes que cancelamos accidentalmente”.
¿Qué son “cosas malas”? Conspiraciones, injustificables ataques personales, difamaciones, anuncios falsos y un larguísimo etcétera. Las redes se han convertido en una pelea de espadachines.
Ya está claro que no podemos depender de las plataformas ni de las empresas cibernéticas para establecer la verdad. Meta seguirá el mismo camino de X, propiedad de Elon Musk, para corregir o identificar información falsa a través de las llamadas “notas comunitarias”. Eso es algo parecido a lo que yo estoy haciendo con esta columna. Puedo denunciar que algo es falso pero no tengo ninguna garantía de que lo van a sacar de circulación.
¿Cuál es la solución en esta era de desinformación?
Más periodismo.
Me explico.
El periodismo es una de las pocas profesiones en nuestra sociedad que fue creada, precisamente, para determinar la verdad. Estudiamos y nos entrenamos para verificar lo que nos dicen, reportamos lo que vemos, corroboramos nuestras fuentes y publicamos la versión más cercana a la verdad, independientemente de nuestras preferencias, prejuicios o puntos de vista. Si algo es verde decimos que es verde y si murieron 17 en un accidente, decimos 17, no 14 o 10.
A muchos políticos y gobiernos no les gustan los periodistas independientes porque suelen cuestionar los datos que publican y las cosas que hacen. Pero para eso estamos.
Y ante una internet revuelta de noticias falsas, nos toca a los reporteros rescatar lo que es cierto, descartar lo que no es y denunciar a los que se aprovechan de las mentiras. Ante la duda, más periodismo.
Todos tenemos a un pequeño grupo de periodistas en quien creemos y dependemos para nuestra vida diaria. Y ahora que las grandes empresas de redes sociales han decidido que las audiencias se autorregulen, el periodismo es más esencial que nunca.
No tengo diabetes, afortunadamente. Ni hago comerciales. Nunca lo he hecho. Y ahora, debido a la inteligencia artificial, es preciso dudar hasta de lo que vemos.
Ante un mar de mentiras, nos queda el periodismo.
ENGLISH VERSION
A SEA OF LIES
The video has almost 3 million views on Facebook. A similar video on TikTok has more than 2,000 comments. Both show my image and voice promoting a supposedly magic cure for diabetes. Both videos are fake. They were made, clearly, with Artificial Intelligence (AI) and without my authorization.
It's not the first time. In 2023, I denounced a Web page that used my image to sell THC gummies, the substance in marijuana. They also used my image in a fake add for products to increase “sexual intimacy.”
The difference between those ads from more than a year ago and what I just saw is the sophistication of the new AI technology. They have managed to replicate my image, my expressions and my voice almost perfectly. The sound coincides perfectly with the movement of my lips. And nevertheless it is all fake.
There are many cases like mine. And it is practically impossible to file lawsuits against those responsible. They are hiding behind their computers, in different parts of the world. They are just waiting for someone to fall into the trap to steal their identity and money. A click on the wrong page is enough.
We live in a sea of lies. And the water is about to get darker.
The big social media companies have all but ended the job of determining whether posts are true or false. Meta – the corporation that owns Facebook, Instagram and WhatsApp – announced this week that it will end its fact-checking policy. It will now depend on users to correct posts that are erroneous, imprecise, incomplete or openly prejudicial. Translation: Anyone can post anything. The referee is going home.
That is the definition of a digital jungle.
“It’s time to get back to our roots around free expression,” Mark Zuckerberg, Meta’s chief executive, said in a video. And he gave his reasons: The fact-checking system “reached a point where it's just too many mistakes and too much censorship … It means we're going to catch less bad stuff, but we'll also reduce the number of innocent people's posts and accounts that we accidentally take down.”
What is that “bad stuff.” Conspiracies, unjustified personal attacks, defamation of character, false ads and a long string of etceteras. Social networks have become grounds for fencing matches.
It is clear that we cannot depend on the platforms or cyber-companies to establish the truth. Meta will follow the path of X, owned by Elon Musk, that leaves identification and correction of fake information up to “community notes.” That is something like what I am doing with this column. I can complain that something is fake, but I have no guarantee it will be deleted.
What's the solution in this era of misinformation?
More journalism.
Let me explain.
Journalism is one of the few professions in our society created precisely to establish the truth. Journalists study and train to verify what we are told, to report what we see, to corroborate what sources claim and to publish the version closest to the truth, regardless of our personal preferences. If something is green we say it is green, and if 17 people died in an accident we say 17, not 14 or 10.
Many governments and politicians don't like independent journalists because we often question the things they say and do. But that's why we are here.
And facing an Internet roiling with fake news, it is our job to rescue the truth, rule out what is not and denounce those who take advantage of the lies. Because of AI, we must doubt everything, even what we see.
In the face of doubts, more journalism.
We all follow a small group of journalists we believe and depend on for our daily lives. And now that the big social network companies have decided to let their audiences regulate themselves, journalism is more essential than ever.
I don't have diabetes, luckily. And I don't do commercials. I never have.
Facing a sea of lies, we have journalism.
Watching AS THE CROW FLIES (Netflix) you can understand better the journalism world. Good job Jorge Ramos.
Más periodismo 👏